El campo de Baeza que cantó Antonio Machado, aunque cuajado de los andaluces olivos, ("Campo, campo, campo, y entre los olivos los cortijos blancos"), tenía en común con el de su añorada Castilla las inmensas extensiones de trigales.
Hasta no hace mucho, en verano, las enormes eras del barrio del Lejío se llenaban de baezanos que se afanaban en trillar y aventar carretadas de trigo, que aunque ya no se almacenaban entre el Pósito y la Alhondiga, tras su correspondiente molienda seguía proporcionando la harina con la que trabajaban los maestros panaderos.
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Ochío: bollo de aceite con pimentón y sal
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barrita de pimentón |
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Torta de nueces |
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Hornazo: pan y huevo horneados a la vez
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virolos |
Maestros, porque visitar por primera vez una panadería es un espectáculo. Aquí la tradición de la harina no se queda en panes más o menos grandes, también tenemos los ochíos grandes o pequeños, barritas de pimentón o saladas, tortas de nueces, de azúcar, de aceite, de manteca, hornazos, empanadillas de chocolate, empanadillas de cuaresma, galletas, bizcochos, magdalenas, dulces de hojaldres... Y como cada maestrillo tiene su librillo, cada panadería tiene su estilo, y nada es exactamente igual que lo que hace el vecino.
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